UNA TRISTE FELIZ NAVIDAD
Pbro. Antony Josué Pérez
16 de Diciembre de 2016
Quiero dejar,
por ahora, este artículo inspirado en el contexto que estamos viviendo; la Navidad
es un tiempo hermosísimo, lo esperan todos, sobre todos los niños. En la familia
nos enseñaron, como en la Iglesia, que el centro de estos días es el Misterio
del Nacimiento de Jesús; como celebramos el cumpleaños de nuestros padres,
hermanos y demás familiares, la humanidad cristiana también celebra, y con
razones de sobra, el nacimiento de Su Señor y Salvador.
A lo largo del
tiempo aprendimos, tocados por la experiencia del mismo Jesús, a compartir,
perdonarnos, reconciliarnos y permanecer unidos en torno a la alegría de la
fiesta, de los regalos y el compartir. Particularmente Venezuela celebra la
Navidad con un toque de idiosincrasia estupendo, que marca la esencia del ser
venezolano. Aprendimos a no escatimar esfuerzos para compartir nuestros bienes
con todos; realmente nos enseñaron a ser hermanos.
Desde que el Enemigo de la Fe abiertamente arremetió contra nuestro País, los ánimos y las
ganas de celebrar estas fechas se apaciguaron. La sociedad se fue volviendo
vacía, consumista y frívola. Parece que se fue perdiendo el verdadero sentido
de la Navidad. La situación actual hizo que, empobrecidos cayéramos en la
tentación de ser mezquinos para sobrevivir. Tentación que no deja de ser,
paradójicamente, una gran oportunidad para compartir y dar hasta que nos duela:
hacer verdadera caridad.
Los hogares y
las familias en su mayoría se encuentran dispersas, divididas y sin mucho ánimo
de “hacer en navidad como se hacía antes”. Las posibilidades económicas son
fatales para la gran mayoría de los venezolanos. A muchos faltará el regalo de
esta Navidad y la cena de fin de año; precisamente porque los pobres son más
pobres y la clase media está en agonía. El tiempo de Navidad nos lo están
robando las pasiones e intereses de un movimiento nefastamente ateo y contra
eclesial, enemigo de la fe.
Sin embargo,
sostenidos en la fe que nuestros padres nos transmitieron con tanto celo, que
es la fe de la Iglesia, la fe que nos gloriamos de profesar, estamos llamados a
no dejarnos robar la Navidad y la esperanza en estos duros momentos. Que no se
nos olvide que el que viene es el Señor; él puede hacer luz de las tinieblas y
llenar de gozo a la humanidad, cual Niño que viene a llenar de sonrisas a la
madre, aun en su pobreza.
Sólo nos queda
rezar. Amén.